Recuerdos ciclistas (III): El día que Carlos Sastre se exhibió en Alpe d'Huez

El Alpe d'Huez es uno de los puertos más legendarios del Tour de Francia. En esas rampas, en sus míticas 21 curvas, se han escrito grandes páginas de la historia del ciclismo. Allí se han construido recuerdos imborrables. Por ejemplo, el día que Carlos Sastre se exhibió en aquel puerto y logró así dar un golpe decisivo en la general de la Grande Boucle del 2008, que fue un año prácticamente perfecto para el ciclismo español. 


Para entonces, Sastre llevaba tiempo siendo uno de los grandes escaladores del mundo, un ciclista con ambición en las grandes vueltas, candidato perpetuo al podio en las carreras de tres semanas. Los dos años anteriores, sin ir más lejos, había sido tercero en el Tour de Francia. Eran tiempos de impasse en el Tour, entre el dominio arrollador de Lance Armstrong y la llegada del Sky (ahora Ineos). Tiempos, pues, donde todo podía ocurrir, de cierta anarquía. 

La decimoséptima etapa del Tour de 2008 terminaba en el mítico Alpe d'Huez y allí Sastre no se lo pensó. Estaba claro que tenía que atacar si quería aspirar a ganar la carrera francesa, pero nadie esperaba un ataque tan de lejos, tan valiente. Apenas empezó a inclinarse la carretera cuando el corredor abulense lanzó un demarraje poderoso sin mirar atrás. Esa era su apuesta. Quien quisiera, que le siguiera. 


Fue uno de esos ataques alocados que engrandecen este deporte. Un movimiento osado, que sólo pudo seguir, y sólo al principio, sólo en un primer momento, Dennis Menchov. Sastre fue abriendo más y más distancia y logró ganar la etapa y ponerse líder de la carrera con 1:34 de ventaja sobre Cadel Evans, su gran rival en aquel Tour, el máximo favorito a la victoria. Resistió el amarillo Sastre en la crono final y logró subir a lo más alto del podio final en París. Fue su gran triunfo, un Tour, el sueño de todo ciclista. Y, sobre todo, llegó tras una cabalgada mítica el 23 de julio de 2008, el día en el que Carlos Sastre se exhibió en Alpe d'Huez. 

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